Por Luis Martínez Alcántara
Cuba enfrenta una de las crisis energéticas más graves de su historia, con apagones prolongados que afectan a millones de personas. Durante las últimas semanas, el déficit de generación eléctrica ha superado los 1,600 MW, dejando a gran parte de la isla sin luz durante más de 12 horas diarias.
Estos apagones causaron una gran angustia entre la población, afectando su vida cotidiana y la salud de muchos cubanos, especialmente los más vulnerables.
La falta de electricidad impactó desde la refrigeración de alimentos hasta el acceso a agua potable y el calor extremo se suma a la desesperación de las familias. Muchos cubanos han expresado su frustración en redes sociales, criticando la ineficacia del gobierno y la falta de soluciones concretas. Aunque en ocasiones se ha intentado restablecer el servicio, la situación sigue empeorando.
Los apagones no solo interrumpen las actividades diarias, sino que también afectan gravemente la economía del país. El trabajo remoto se ha vuelto casi imposible y la falta de energía está poniendo en peligro la vida de aquellos que dependen de equipos médicos. A pesar de las promesas de mejoras, no hay soluciones claras a la vista.
Ante esta situación, algunas regiones reportaron apagones de hasta 21 horas consecutivas. La desesperación es tal que muchos ciudadanos han salido a las calles en protestas pacíficas, exigiendo un cambio, aunque estas manifestaciones han disminuido en frecuencia por temor a represalias.
Mientras tanto, la población sigue esperando con angustia el retorno de la electricidad. Sin un cambio inmediato, la crisis energética en Cuba parece estar lejos de resolverse, dejando a millones en la oscuridad y sin esperanza de alivio.