La mayor contradicción que vive el Partido de la Revolución Democrática (PRD) es que después de muchos años de haberse presentado ante la sociedad mexicana como una organización democrática, hoy pisotea los derechos humanos y humilla a sus propios empleados, con agresiones físicas y les niega el pago de sus salarios.
Son más de cien empleados de ese partido a quienes les adeudan más de 45 días de salario de manera inexplicable, pues ni siquiera su dirigente nacional Jesús Zambrano Grijalva se ha atrevido a darles una explicación sobre esta retención salarial.
También Aldo Jonathan Dávila Ríos, coordinador de Patrimonio y Recursos Financieros de ese partido, se ha negado a darles la cara para aclarar las cuentas pendientes.
En representación de los trabajadores afectados, Jennifer Invette Gaytán Martínez y Blanca Fernández, relataron la forma cómo han sido agredidos con grupos de choque financiados por Zambrano Grijalva para evitar que se manifiesten y exijan sus derechos.
Tras haber sido objeto de una agresión por sujetos desconocidos, las citadas empleadas perredistas hicieron las siguientes precisiones con respecto a los hechos registrados en instalaciones del PRD Nacional.
Este miércoles 17 de abril, llegaron a las instalaciones del dicho instituto político alrededor de las 13:00 horas para solicitar sus pagos y con ello desmienten de manera categórica que la secretaria de Comunicación, Aída Esthefany Santiago, haya sido retenida desde las 12:30 horas del día. “No existió retención de persona alguna”, sostienen.
“La protesta consistió en exigir el pago de nuestros salarios, porque algunos compañeros llevan más de 45 días sin cobrar, aunado a varios meses pendientes de pago del año 2023, sin embargo, no recibimos respuesta alguna por parte del presidente Nacional del PRD, Jesús Zambrano, ni del Coordinador de Patrimonio y Recursos Financieros Nacional del PRD, Aldo Jonathan Dávila Ríos”, acusaron.
Respecto a las declaraciones posteriores de Aída Esthefany Santiago, “afirmamos que en ningún momento estuvo retenida; ella bajó del edificio por cuenta propia alrededor de las 17:27 horas, por lo que buscamos la vía de comunicación con ella y fuera el enlace con Zambrano; además, ella nos había ofrecido ser el enlace con el dirigente para ver lo de nuestros salarios, pero lamentablemente no funcionó”, lamentaron.
Precisaron que fue Santiago quien se ofreció a ser el medio de interlocución con Zambrano Grijalva, e incluso elementos de la Secretaría de Seguridad Ciudadana fueron testigos de que en ningún momento ella estuvo retenida por ninguna persona, “por el contrario, estableció diálogo con nosotros los afectados”.
Aseguran que alrededor de las de las 20:00 horas de ese día, la señora Santiago decidió libremente y de forma voluntaria, retirarse del lugar sin que ninguno de nuestros compañeros intentara detenerla, lo hizo por cuenta propia y sin la intervención de ningún elemento policial, tal como ella lo reconoce en sus propias declaraciones.
“Pero lo más grave fue que alrededor de las 19:08 horas, un grupo de choque, quienes presumieron que eran enviados de Ángel Ávila, arribó al lugar de manera violenta y amenazando de muerte a quienes estábamos presentes;
“Momentos después nos agredieron verbal y físicamente a quienes nos encontrábamos en las puertas del edificio del PRD Nacional y fueron esos sujetos quienes ingresaron a la fuerza. De esto hay evidencia en videos e, incluso, Esthefany Santiago presencio los hechos, pero sin hacer nada al respecto”, aseguraron Gaytán y Fernández.
Ante esta situación, acudieron ante un ministerio público a denunciar los hechos, por lo cual “nos deslindamos de cualquier daño o agravio en el edificio, puesto que éste fue tomado por el grupo de choque (ajeno al partido, como reportó la policía), con el objetivo de reprimir la protesta de sus propios militantes”, señalaron.
“Al día de hoy, 18 de abril, seguimos sin cobrar nuestro salario, que es el sustento de nuestras familias, por lo que exigimos se deje de violentar nuestros derechos como trabajadores del PRD”, manifestaron las quejosas a nombre de sus compañeros.
Por Abel López Jiménez.