Por Luis Martínez Alcántara
El sacerdote Marcelo Pérez Pérez, de origen tzotzil y activista en defensa de los derechos humanos, fue asesinado en San Cristóbal de las Casas, Chiapas, tras salir de una misa en la parroquia de Cuxtitali. Sicarios a bordo de una motocicleta lo interceptaron y dispararon contra él mientras viajaba en su camioneta. A pesar de la rápida llegada de los servicios de emergencia, el sacerdote ya no presentaba signos vitales.
Marcelo Pérez era reconocido por su labor como mediador en conflictos sociales en comunidades indígenas de Chiapas. A lo largo de su trayectoria, denunció la violencia y el desplazamiento forzado en la región, lo que lo convirtió en una figura clave en la lucha por la paz. No obstante, también fue objeto de amenazas de muerte por parte de grupos criminales debido a su labor, un hecho que él mismo mencionó en varias ocasiones.
El sacerdote había sido parte de la diócesis de San Cristóbal desde 2002 y en años recientes se había destacado por su participación en peregrinaciones y marchas por la paz. En septiembre, Marcelo Pérez declaró que la violencia en Chiapas había alcanzado niveles inaguantables, lo que subrayaba la urgente necesidad de actuar en favor de la paz.
Las autoridades abrieron una investigación para dar con los responsables de este asesinato. Tanto el gobernador de Chiapas, Rutilio Escandón, como grupos religiosos han expresado su condena, asegurando que este crimen no quedará impune. La diócesis local y la comunidad católica también han manifestado su dolor ante esta pérdida.
La figura de Marcelo Pérez no solo era relevante por su trabajo religioso, sino también por su defensa de los derechos de las comunidades más vulnerables, lo que lo convirtió en una voz de esperanza en una región afectada por la violencia y el crimen organizado.